miércoles, 3 de noviembre de 2010

Lectio 1: "Nociones de representación"


“Tragedia” etimológicamente significa “grito del macho cabrío”. Con otros, Jaques Attali sostiene que toda representación temporal es en su origen la sublimación de un hecho de violencia, de un homicidio. El sacrificio de un macho cabrío, que grita cuando es degollado, estaría históricamente entre un homicidio y la representación “artística” del mismo.
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Si entendemos, como Aristóteles, que el ser humano es un ser social, podemos pensar que para que esa sociedad sea posible la violencia debe ser sublimada.  Mediante el espectáculo del horror, el hombre calma sus pasiones y decide dejar el asesinato de su madre para más adelante. Tal vez en un pasado remoto, en una sociedad de nómades recolectores, los hombres hayan sido recíprocos y amistosos. Ahora, en cuanto el ser humano se hace sedentario, comienza a cuidar lo que considera su propiedad y establece relaciones polares con sus vecinos. La primer división del trabajo, a saber: la división entre trabajo espiritual y manual, establece a unos –pocos, elegidos- que tienen poder por cierto conocimiento (jefe-brujo-chamán-músico-médico) y otros –la mayoría, que trabaja la materia a partir de técnicas. En la Ilíada, por ejemplo, cuando van los aqueos a buscar al enojadísimo Aquiles a su tienda, el héroe está tocando la lira y cantando para sus súbditos. Es el jefe y es el músico. Sus soldados le obedecen en el campo de batalla, y en la tienda bailan su canto.
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Toda educación es una representación. Desde la cuna observamos e imitamos. Antes de conocer el significado de una palabra, la repetimos. En el aula, “pasamos al frente” y damos cuenta de una repetición, de una mímesis de aquello que hemos leído u oído. Consideramos de forma acrítica que tener “personalidad” es hacer lo que queremos, no lo que nos imponen: el que tiene personalidad (Maradona, Axl Rose, Berlusconi) es aquél que se hace imitar. Es el poderoso, el ejemplar, el que se sale del canon para crear uno nuevo a su imagen y semejanza. ¿A qué me recuerda esto de “imagen y semejanza”? Dios, siguiendo la tradición de nuestra cultura y de muchas otras, modela al hombre según lo que Él considera que Él mismo es. ¿Se observa en un espejo antes de crear al hombre? ¿O crea al hombre para verse a sí mismo?
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La representación artística, no les puedo mentir, es una pérdida de tiempo en el mundo contemporáneo. ¿Por qué en Buenos Aires hay tantos actores, entonces? Si no podemos evitar la representación, si necesitamos ser poseídos por Edipo, Hamlet o Batman, es porque probablemente estamos reproduciendo una pulsión ancestral. Nos invade como un virus, como una adicción irracional, incomparable con las mercancías de la sociedad de consumo. Y, aislados del mundo, en el sótano de una iglesia, representamos la violencia, la locura y la muerte porque algo en nosotros sabe que sólo a través de la representación, únicamente siendo malos acá abajo podemos llegar a ser mejores allá arriba.
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Para no asesinar a nuestros hermanos, degollamos una cabra. Para no degollar una cabra, gritamos su grito. Cuando el grito termina y vuelve el silencio, entonces la cotidianeidad y el intercambio se tornan posibles.

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