A: ¿Puedo hablar?
B: Bueno, hablá. Lamento que hayas escuchado. No es bueno que los empleados presencien estas cosas.
A: Bueno, estaba acá...
B: Mario se va a tener que ir.
A: Sí.
B: No necesito tu aprobación.
A: Estoy pensando que...
B: No te pago para que pienses.
A: No va a ser tan fácil. ¿Vos pensás que él se va a querer ir?
B: ¿Qué querés decir?
A: Cuando se trata de los demás te das cuenta enseguida de lo que pasa. Llegué a pensar que podías adivinar el pensamiento de los demás. Pero cuando las cosas pasan delante tuyo, no podés ver nada.
B: Hablá claro. No empieces otra vez con tus insinuaciones. Si tenés algo que decir, hacelo.
A: No es que te esté echando la culpa, pero la forma en que manejaste la situación hizo que él reaccionara así.
B: Me estás echando la culpa. Yo no me arrepiento de nada. Acá las cosas se manejan como yo digo y nadie va a venir a cuestionarme nada.
A: Esta bien, entonces mejor ni me meto.
B: Eso es lo que tendrías que haber hecho desde el comienzo.