miércoles, 15 de junio de 2011

GROTTESCO

PUNTEO PARA CLASE SOBRE BAJTÍN, LA CULTURA POPULAR EN LA EDAD MEDIA Y EL RENACIMIENTO (INTRODUCCIÓN)

1.     INCOMPRENSIÓN DE RABELAIS: se lo lee sin el prisma correcto, esto es, un trabajo profundo acerca de las imágenes propias de cultura popular cómica y carnavalesca del medioevo, que subsiste en el Renacimiento. Al aplicarle las nociones estéticas modernas, Rabelais no parece cumplir con las expectativas de una obra de arte que se precie de tal. De hecho, para comprender y disfrutar de sus imágenes, debemos rechazar los cánones con los que nos educamos como lectores.

2.     IMPORTANCIA: Bajtín lo coloca a la altura de Shakespeare y Cervantes. Lo llama EL MÁS DEMOCRÁTICO de los maestros. La razón: hace uso de y transfiere a las generaciones posteriores la sabiduría popular. Se distingue por su “carácter no oficial”: la IMPERFECCIÓN de sus imágenes no conoce autoridad, estabilidad ni dogma.

3.     AISLACIÓN: Sin embargo, si Rabelais aparece aislado de la historia de la literatura (especialmente de los últimos cuatro siglos), es porque no prestamos la atención suficiente a las fuentes populares con que se nutren sus imágenes. Bajtín da vuelta la ecuación: frente al acervo milenario de cultura popular, lo aislado son precisamente los últimos cuatro siglos de literatura. Las imágenes de Rabelais están perfectamente situadas dentro de la milenaria evolución literaria popular. Sólo el romanticismo revaloriza a Rabelais, pero desde la perspectiva de Bajtín lo interpreta mal. La risa y el humor de plaza pública carecen de importancia para los literatos modernos y aparece deformada en las lecturas románticas, porque en la modernidad la literatura es una serie que pertenece a las esferas burguesas, y burguesas son también sus categorías. La gran oposición estaría dada por la mesura burguesa por un lado, y la desmesura carnavalesca por el otro.

4.     TRABAJO DE BAJTÍN: poner de relieve los caracteres de la cultura popular de la Edad Media.

5.     Manifestación de una UNIDAD DE ESTILO en las distintas formas de la comicidad popular, que enhebra los fenómenos cómicos desde los tiempos arcaicos hasta el Renacimiento. Su importancia no nos es revelada a nosotros, pero forma parte importante y efectiva de la vida de los hombres a lo largo de casi toda la historia.

6.     TRES EJES FUNDAMENTALES, que se combinan entre sí: carnaval y espectáculos carnavalescos, obras verbales orales y escritas, vocabulario familiar grosero.

7.     CARNAVAL. Abundancia de festividades y espectáculos, y ritos oficiales acompañados por la risa (funerales, por ejemplo). Dualidad y visión no-oficial del mundo y las personas: relatividad de la vida, los poderes, las épocas. De una prehistoria en la que la risa es ritual, y la parodia igualmente oficial al relato solemne, al establecerse un estado y al dividirse los pueblos en clases sociales, la necesidad de conservación del poder se ve obligada a reducir al mínimo las expresiones cómicas populares, sin erradicarla por completo (dado que los poderes, a su manera, también participan del carnaval). Juego: está situado en los límites entre el arte y la vida. No se presencia en tanto espectador, se vive como participante; no es un espectáculo, sino la existencia concreta dentro del tiempo que le toca. Sus fronteras no son espaciales, sino temporales. Se trata de una concepción específica de temporalidad cósmica y biológica. En su carácter relativista, el carnaval acepta la muerte de lo viejo y el nacimiento de lo nuevo como parte de un proceso uniforme, y el tiempo del carnaval es precisamente la renovación de la vida, un regreso temporario a la edad de oro de la abundancia, el juego, el amor libre, frente a la realidad anual de privaciones, trabajo y monogamia: la vida misma renace, o interpreta su festivo renacer. Es una liberación transitoria, que niega las jerarquías y las eternidades. Presenta siempre un porvenir aún incompleto, siempre imperfecto, en constante evolución [oposición a la festividad oficial, que se propone legitimar las jerarquías presentes y eternizar el estado de cosas. Podemos pensar como ejemplo los desfiles militares] En la fiesta oficial, cada personaje se presenta con sus insignias y títulos, se destaca y legitima la diferencia, mientras que en el carnaval reina la igualdad y las jerarquías que se proponen son jocosas: rey de los tontos, etc. (en las saturnales romanas, los esclavos llegan a mandar a sus amos, que cumplen gustosos los caprichos de aquellos). Las condiciones previas desaparecen, la alienación se suspende, las relaciones son humanas, igualitarias, intensas, y los modos de comunicación de la plaza pública son francos, directos, aceptan la grosería como moneda común. La lógica da paso a la contradicción y al mundo “al revés”, a las permutaciones constantes de lo alto y lo bajo: parodia, degradación de lo solemne, coronaciones y derrocamientos bufonescos. El humor festivo es universal (el escarnecedor es escarnecido), positivo –frente al sarcasmo moderno, puramente negativo, en que el que ríe se coloca fuera del objeto de su risa, frente a la risa alegre superficial de pasatiempo, sin cosmovisión alguna- y ambivalente: niega y afirma, amortaja y resucita.

8.     Literaturas cómicas: incluso los doctos viven el carnaval, escriben tratados paródicos teológicos y gramáticos, diálogos de locos (Erasmo, Elogio de la locura).

9.     Géneros discursivos y gestuales familiares y groseros: contribuyen al clima de liberación las puteadas, los epítetos jocosos, las palmadas en el vientre.

10. REALISMO GROTESCO: forma convencional bajo la cual se unifican todas estas manifestaciones, que surge del seno carnavalesco y posee como característica general la exaltación de lo corporal y lo material (frente a lo espiritual): sexualidad, necesidades materiales y corporales, protuberancias hipertrofiadas, lazos que unen al hombre a la tierra (del vientre a la tumba). El centro de estas imágenes son la fertilidad, el crecimiento y la superabundancia, que determinan el carácter alegre del banquete, la bebida, la fiesta.

11. DEGRADACIÓN DE LO SUBLIME: lo “bajo” ocupa el lugar de lo “alto”. El mundo se sumerge en lo inferior productivo (tierra, coito). La puteada envía al puteado al origen, que se liga fuertemente con el fin: “andate a la mierda”, “andate a la concha de tu madre”. Si bien para nosotros son meros insultos, no dejamos de percibir su encanto: en ellas duerme la cosmovisión dinámica y festiva del carnaval.

12.  FUSIÓN DE LO PRIVADO Y LO UNIVERSAL, ASÍ COMO DE LOS REINOS NATURALES. Nada en este mundo es idéntico a sí mismo ni está separado del todo. Frente al canon clásico –cuerpos aislados y perfectos- los cuerpos grotescos violan sus propias fronteras espaciales y se hacen uno con la materia. De hecho, la palabra ‘grottesco’ surge en el Renacimiento, cuando se descubren los frescos pintados en una ‘grotta’, en las excavaciones subterráneas de las termas de Tito. En estos frescos, los supuestos “reinos” naturales (animal, vegetal, mineral) se entrecruzan. Se percibe en ese juego ornamental una libertad y una ligereza excepcionales en la fantasía artística; libertad concebida como alegre osadía, caos sonriente. Es un género que se pone muy de moda y se utiliza en palacios, incluso en el Vaticano, y luego es denostado por Vasari: imágenes “bárbaras” que consisten en “pintarrajear  muros con monstruos en lugar de pintar imágenes claras del mundo de los objetos”. Añade Vasari que el grottesco viola las formas y las proporciones “naturales”.

13. DESARROLLO DESDE EL RENACIMIENTO HASTA EL XX. En el Renacimiento se entrecruzan dos corrientes culturales distintas. Por un lado, la cómica popular, por otro lado la burguesa-clasicista, de imágenes perfectas y aisladas, de cuerpos maduros, entrenados y depurados, lejos de los extremos del vientre y la tumba; corriente que niega todo crecimiento y multiplicación, que poda los brotes, borra las protuberancias, oculta los orificios. En Rabelais, las imágenes grotescas conservan su riqueza original, pero a partir del XVII sus hipérboles cómicas se leen como deformidades y monstruosidades. Como ya hemos visto, la función de la risa se disgrega en sarcasmo, o bien en alegre pasatiempo. El tiempo cíclico del carnaval se ve doblegado por la concepción lineal de la historia, y la idea de evolución pierde su polaridad y ambivalencia frente a la concepción de progreso teleológico hacia un fin cada vez más perfecto (fundamentalmente en el Iluminismo). Las monarquías absolutas estatizan la fiesta oficial, las prácticas populares disminuyen en cantidad y en potencia. Recién a principios del XIX, los románticos recuperan el valor de la risa popular, pero ésta ha perdido ya su carácter positivo y aparece como una reacción puramente negativa frente a la ingenua confianza en la razón, la lógica formal, el autoritarismo estatal de las Luces. Muy a gusto del romanticismo, el grotesco ya no es universal, sino que pertenece a la experiencia individual y subjetiva del genio que es capaz de ver también esa parte de la existencia. En el XX, Bajtín señala que el grotesco vuelve a tener un desarrollo artístico importante mediante dos vías más o menos discernibles, una más ligada a perspectiva romántica y otra a la medieval popular, aunque aún demasiado empapada de las concepciones teóricas románticas.